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flor de roca

Empezamos este 2021 muy emocionados con el lanzamiento del fotolibro Flor de Roca, proyecto ganador beca para proyectos editoriales independientes de IDARTES 2020 con fotografías de Ana Nuñez Rodríguez, diseño de Laura Oliveros, edición de Walter Costa y colaboración creativa de David Alejandro Moreno.

Les compartimos esta entrevista express que realizamos previo al lanzamiento virtual con su autora y diseñadora.

aQuí y allá:

¿Ana, cuéntanos cómo llegas a descubrir tu proyecto Flor de Roca?

R/: Todo empezó cuando al casarme con mis esposo -que es colombiano- sus papás me regalaron unos pendientes de esmeralda. Al entregármelos, mi suegro se me acercó y me dijo que no los dejara guardados y en verdad los usara, porque irradiaban una buena energía que podía neutralizar los campos negativos. La verdad es que los pendientes tuvieron su efecto magnético porque un tiempo después decidí viajar a la zona esmeraldera de Boyacá y explorar más en profundidad todo ese misterio que rodea a la piedra. Desde el primer viaje a Muzo me quedé fascinada por el tema y comencé a documentarme más y a viajar regularmente a la zona.

¿Cuáles fueron los obstáculos que tuviste para fotografiar y desarrollar este proyecto?

R/: A parte de las tres horas de viaje en 4x4 por carretera destapada, quizás el mayor obstáculo fue encontrar mi propio lenguaje y alejarme del imaginario visual colectivo de la minería de esmeralda. Confieso que fueron necesarios muchos viajes, muchas conversaciones y muchas tomas fotográficas hasta descubrir mi propio idioma. Lo más importante para mí era que el espectador sintiera y no que necesariamente viera. Esa condición oculta del paisaje, el misterio y leyenda que rodea a la piedra y que va más allá de su valor económico era la idea que quería que floreciese detrás de mis imágenes.

¿En qué momento decides o sabes que el proyecto debe ser un fotolibro?

R/: Durante el transcurso de los talleres de Croma comenzamos a dialogar sobre las posibilidades de trasladar el proyecto al mundo editorial y de hecho realicé una primera maqueta (que mirando hacia atrás es muy diferente al resultado final!). Es la primera publicación que realizo, estoy más acostumbrada a trabajar en formato expositivo pero en este caso creo que funciona mucho mejor el fotolibro ya que permite de un modo más eficiente que el espectador pueda experimentar de un modo individual la búsqueda de la piedra.

¿Por qué decides hacerlo en Colombia teniendo a España como referente y productor destacable dentro del medio?

R/: ¿Por qué en Colombia? En primer lugar tengo que decir que estoy más conectada e involucrada con el mundo fotográfico aquí, desde que comencé en la fotografía he vivido más aquí que allá. Además, al tratarse de un tema que específicamente tiene que ver con el contexto colombiano y que de algún modo u otro ha atravesado a mucha gente tiene más sentido realizarlo aquí. Todas las conversaciones y experiencias compartidas a largo del proceso tanto a nivel fotográfico como editorial han enriquecido el proyecto enormemente. También tuvimos la fortuna de ganar una Beca de Proyectos Editoriales en Artes Plásticas en el 2020, que ofrece IDARTES, y esto fue un impulso definitivo para hacer el proyecto en Colombia.

Por otra parte, considero que es esencial dejar de mirar Allá a la hora de hacer fotolibros y mirar hacia Aquí. Creo que es un gesto de algún modo descolonizador dejar de tener ese referente a la hora de realizar proyectos editoriales, comenzar a construir enteramente desde aquí y referenciarse a nosotros mismos.

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“Colombia es un escenario perfecto para los fotógrafos, hay mucho que contar y seguramente vienen libros muy buenos.”

Laura Oliveros

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“es esencial dejar de mirar Allá a la hora de hacer fotolibros y mirar hacia Aquí. Creo que es un gesto de algún modo descolonizador dejar de tener ese referente a la hora de realizar proyectos editoriales, comenzar a construir enteramente desde aquí y referenciarnos a nosotros mismos”.

Ana Nuñez

¿Cómo es el encuentro con Laura y qué metodología de trabajo deciden usar, estando la una Aquí y la otra Allá?

R/: Laura y yo nos conocimos estudiando la Especialización en Fotografía de la UNAL. Desde el comienzo congeniamos y descubrimos que teníamos muchos intereses en común fotográficamente. Sabíamos que tarde o temprano surgiría algún proyecto conjunto. Nuestra modo de trabajo es muy orgánico y fluido, ambas tenemos mucho respeto por el trabajo de la otra y nos damos el espacio para que las ideas comunes florezcan. Nos hemos acostumbrado desde el comienzo (mucho antes de la pandemia!) a trabajar de manera virtual y nunca ha supuesto una barrera.

Laura, como diseñadora ¿cuáles fueron los retos tanto a nivel conceptual como formal para la producción de un fotolibro?

R/: Los retos fueron hacer que el lector performara o se acercara a la búsqueda de una esmeralda, a través de la exploración del libro, y bajo el guión editorial pensar en qué era lo que se quería que el lector descubriera, que ese fue un gran trabajo que hicieron Ana y Walter. También, tomar decisiones como no incluir textos -o llegar a incluir sólo una pequeña frase-. Darle identidad a un proyecto de alguien que es experto en imágenes, siento que también es un reto y el resultado de buenas conversaciones con Ana. Lo más difícil del proceso es llevar a la realidad ideas que funcionaban muy bien en el papel y coordinar el tema de acabados, decisión de papeles, gramajes, detalles, etc...

¿Cómo percibes el medio editorial en este campo? ¿vamos para algún lado?

R/: En cuanto al medio editorial, creo que hay mucha gente en diferentes orillas -aquí y allá- haciendo muchos esfuerzos para que el campo editorial en Colombia crezca, siento que el boom del fotolibro en Colombia está empezando y va a seguir creciendo. Colombia es un escenario perfecto para los fotógrafos, hay mucho que contar y seguramente vienen libros muy buenos.

¿Cuáles fueron los ingredientes más sabrosos y exóticos que incluyeron en la producción y lanzamiento del libro?

R/: Un ingrediente o una decisión que creemos que le dio sabor al libro fue tomar el riesgo de hacer una portada verde después de tener definido que se quería que fuera un libro negro, porque era lo que recalcaba la idea del libro como una porción de tierra. Al salirnos de nuestros límites fue liberador decidir que la portada podría ser verde para poder comunicar mejor de qué se trataba el libro, o al menos dar un indicio con el sabor/ color. También la decisión de hacer un libro intonso e incluir un abrecartas que se integrase en el concepto son otros aspectos que hacen más especial al libro y le dan un carácter genuino.

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